Café 99. Los rituales

Domingo 28 de abril de 2024, 18:00h.

Comenzamos puntualmente a las 18:00 h. y el aforo máximo se alcanza con rapidez, por lo que os invitamos a venir con al menos 20 minutos de anticipación.

Café Libertad 8 (Barrio de Chueca, en la misma calle Libertad, nº 8. Metro Chueca, Gran Vía o Banco de España).

¿Qué ha pasado con los rituales? ¿Se habrá difuminado con el paso del tiempo, el capitalismo consumista imperante y nuestra sociedad narcisista, como lo plantea el filósofo coreano Byung-Chul Han en su ensayo : «La desaparición de los rituales» ? Aunque debatibles y rebatibles, los argumentos de Han nos brindan un buen punto de partida para reflexionar sobre la situación, la importancia y el valor de los «rituales» en nuestra contemporaneidad posmoderna.

Muy posiblemente, en vez de haber desaparecido se hayan transformado. Pero ¿de qué forma y con qué pautas? También cabe preguntarse qué ha pasado para que unos cuantos rituales, en especial los que articulaban las sociedades arcaicas o tradicionales, hayan caído en el olvido cuando otros cuantos han visto la luz de la mano de la modernidad. Y ¿qué pasa con los ritos tan cotidianos y asumidos de los que ni nos damos cuenta?

Entendemos aquí el ritual como una secuencia de actividades que implican gestos, palabras, acciones que se realizan de manera previamente establecida, y que están guiados por un valor simbólico. Incluimos todo tipo de rituales: ritos de paso, ritos de salutación, ceremonias, sean de índole religioso o de naturaleza pagana… Desde la eucaristía católica hasta el simbolismo chamánico, pasando por los rituales de bienvenida al mundo, de oficialización de vínculos de pareja, de despedida de parientes en el momento del deceso.

Sin olvidar la función fundamental de los ritos de interacción (de los que ni siquiera nos percatamos), tales como saludarse, apretarse las manos, darse un beso, pasar un momento de convivencia con seres queridos o cercanos. La cortesía, la jerarquía simbólica y la galantería participan del abanico de expresión de civilidad: ¿su crisis hoy contribuye a perder cierto barniz civilizatorio y a deshumanizar las interacciones? El filósofo francés Jean-Paul Sartre decía que «hay que establecer rituales entre los hombres, en caso contrario se masacran entre ellos».

La experiencia de la covid y del confinamiento nos hizo conscientes de una dimensión antropológica crucial y provocó lo que se ha llamado una especie de «desfiguración simbólica». El rito procede de una sacralización de las relaciones y de las comunidades. Y, durante aquel periodo, la «arquitectura social» fue amputada, imposibilitada, prohibida: no se podía uno acercar al otro, había que desconfiar de él, so pena de sanciones, epidémicas o penales. La plasmación más dramática fue la imposibilidad para los hijos de despedirse de los padres que se estaban muriendo en las residencias.

Tendremos que preguntarnos sobre los efectos antropológicos, sociológicos y psicológicos que causan la desaparición de unos rituales, la transformación de otros, la aparición de otros cuantos. Según la antropóloga británica Mary Douglas, «uno de los problemas más serios de nuestro tiempo es la mengua de esa compenetración que crean los símbolos comunes». Parece que la filósofa Hannah Arendt le da la razón, argumentado que «los rituales brindan a la desgarradora mutación de la vida natural (…) una mismidad humana, una identidad estabilizante». ¿En qué medida podríamos estar huérfanos de ellos olvidando nuestras necesidades de pertenencia? ¿Qué está pasando y qué puede pasar en el futuro inmediato con la irrupción rápida de la inteligencia artificial y de los algoritmos?

Para responder a esos interrogantes, y más, tenemos la suerte de contar con una antropóloga, un sociólogo y un filósofo-psicólogo.

Carlos Javier Gonzalez Serrano. Profesor de Filosofía y Psicología y orientador en la etapa de Bachillerato, licenciado en Filosofía y con una larga formación en psicoterapia y psicología clínica, especializado en intervención infantojuvenil y en afrontamiento de situaciones de crisis. Es director científico del Café del Observatorio Social de la Fundación la Caixa y colaborador habitual de medios de importantes medios de comunicación. 

Angel Gordo. Doctor en Psicología por la Universidad de Manchester (1995), miembro del Discourse Unit y profesor titular en el Departamento de Sociología: Metodología y Teoría desde 2002 (UCM). Ese mismo año fundó el grupo de investigación Cultura Digital y Movimientos Sociales. Cibersomosaguas. Desde 2011 dirige la revista Teknokultura.

Charo Otegui. Doctora en Sociología y Antropología en la especialidad de Antropología Social, por la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología de la Universidad Complutense de Madrid. Ha sido Directora de la Real Academia de España en Roma y Miembro Consejo Asesor Comunicación y Cultura de la Fundación Alternativas. Desde 2022, es Codirectora del Máster Propio UCM de Gestión de Empresas e Instituciones Culturales.

François Musseau

Café 98. ¿Innata o aprendida? Las caras de la violencia

Domingo 25 de febrero de 2024, 18:00h.

Comenzamos puntualmente a las 18:00 h. y el aforo máximo se alcanza con rapidez, por lo que os invitamos a venir con al menos 20 minutos de anticipación.

Café Libertad 8 (Barrio de Chueca, en la misma calle Libertad, nº 8. Metro Chueca, Gran Vía o Banco de España).

La violencia es el gran tema antifilosófico. Sin duda, desde la época preclásica cualquier entorno favorable a la reflexión es un entorno alejado de la violencia. Pensar y dialogar requieren unas condiciones de cortesía y de acuerdos retóricos que buscan alejar a la conversación de soluciones no discursivas. Por ello, cuando recibimos imágenes de forcejeos o agresiones en el parlamento de algún país acreditamos la decadencia del debate público en ese entorno.

La violencia en sentido amplio es un fenómeno de una complejidad casi fantástica y, sin embargo, dice Tomasini, no se le ha concedido la importancia que tiene ni la atención que merece. Hay muchos estudios sobre violencias parciales o acotadas: pensemos que nos movemos con asiduidad entre los términos de violencia estatal, política, institucional, psicológica, verbal, de género, intrafamiliar, simbólica, lingüística, irracional, instintiva, etc. Parece que las manifestaciones de la violencia recorren no solo toda la historia de la Humanidad, sino también todos los aspectos de nuestra vida.

Por eso, un abordaje filosófico de la violencia es tan difícil de hacer. Si queremos evitar que el término lo abarque todo, y por consiguiente deje de significar algo, tendríamos que acotarlo de alguna manera o, al menos, estudiar los contextos de aparición de la palabra, su “gramática”. ¿Por qué hablamos de una situación violenta (o sea, incómoda)? Un crítico comparaba dos poesías sobre una rosa, una de un autor inglés y otra de uno japonés, y establecía que la gran diferencia era la violencia del poema occidental, pues el poeta cortaba la flor para contemplarla mientras paseaba. ¿se puede hablar con propiedad de violencia en estos contextos?

Asociamos el término a adjetivos como “irracional”, “ciega”, “desatada”, “absurda”, “despiadada” o “diabólica”. Y, sin embargo, es fácil imaginar o recordar ejemplos en los que el concepto se desembaraza de esos acompañantes que le aportan patetismo. Así, podremos encontrar casos en los que la violencia será la única opción racional que tomar, y que se tomará fría y desapasionadamente. E igualmente, la acción violenta puede ser destructiva, pero también constructora de derecho. ¿Qué papel juegan las “violencias originarias” en el establecimiento del orden político? ¿En todo orden social, incluido el democrático, hay una violencia de origen? ¿Hay, como quería Proudhon, un crimen en el origen de toda propiedad?

La violencia puede ser tanto un rasgo de la personalidad como una constante social, un medio para conseguir fines, una patología o un medio de control. Parecería, como decía Enzesberger, que vivimos en una “guerra civil molecular”. Y no obstante, también sentimos ese panorama como ajeno.

Somos todos seres pacíficos porque en nuestras sociedades enriquecidas la violencia es perturbadora; no la necesitamos en nuestras vidas. Quizás por eso somos más sensibles a ella y detectamos agresiones en muchos elementos de la vida cotidiana. Hemos acuñado el concepto de “violencias invisibles”, aumentando así la versatilidad del término. ¿Quiere esto decir que la violencia se aprende y no que es innata? ¿Se puede pensar en una sociedad exenta de violencia? Para desbrozar tan intrincada selva hará falta un buen plantel de contertulios. (Por orden alfabético de apellido.)

Alfonso Armada. Periodista y escritor. Ha cubierto conflictos como el cerco de Sarajevo, el genocidio de Ruanda o el atentado contra las Torres Gemelas. Fue corresponsal para África en el diario El País durante cinco años y de 1999 a 2005 corresponsal en Nueva York para el diario ABC, periódico de cuyo Suplemento Cultural es director. Es presidente honorario de Reporteros sin Fronteras.

Concepción Fernández Villanueva. Profesora titular de Sociología en la Universidad Complutense de Madrid. Especialista en psicosociología de la violencia y del género. Es investigadora principal en varios proyectos de investigación sobre representación de la violencia en los medios audiovisuales, sobre violencia juvenil y violencia xenófoba y sexista.

Carlos Giménez. Doctor en Filosofía y Letras, Licenciado en Ciencias Políticas y Sociología y Catedrático de Antropología Social. Director del Instituto de Derechos Humanos, Democracia y Cultura de Paz y no Violencia (DEMOSPAZ) de la Universidad Autónoma de Madrid. Fundador y director del Instituto Universitario de Investigación sobre Migraciones, Etnicidad y Desarrollo Social. Asesor en migraciones e interculturalidad de varias instituciones internacionales y administraciones públicas de España.

Leopoldo Moscoso. Estudió en España, Holanda, Italia, y en los Estados Unidos. Fue Honorary Fellow en la Universidad de Wisconsin y ha impartido cursos y conferencias en distintas universidades españolas, europeas y americanas sobre economía, sociología y filosofía políticas, con atención especial a las revoluciones, los conflictos sociales y la violencia política.

José Luis Ocasar

Café 97. El Trabajo. ¿Nos realizamos o nos esclavizamos con él?

Domingo 28 de enero de 2024, 18:00h.

Café Libertad 8 (Barrio de Chueca, en la misma calle Libertad, nº 8. Metro Chueca, Gran Vía o Banco de España).

Comenzamos puntualmente a las 18:00 h. y el aforo máximo se alcanza con rapidez, por lo que os invitamos a venir con al menos 20 minutos de anticipación.

«Cuando el trabajo es un placer la vida es bella.
Pero cuando nos es impuesto la vida es una esclavitud.»

Máximo Gorki

Algunos, quizá unos pocos, tienen la aspiración de que el trabajo sea una fuente de realización personal, un medio para desarrollar nuestras habilidades y contribuir a la sociedad. Para otros, el trabajo es una forma de alienación, una actividad repetitiva y deshumanizadora.

Pero el hecho es que, en nuestra cultura contemporánea, veneramos el trabajo, sin ser plenamente conscientes de las narrativas culturales que nos han traído a este punto.

Depositamos en el trabajo muchas expectativas y le atribuimos un gran significado vital, lo convertimos en eje de nuestra identidad. Nos valoramos con la medida de nuestro trabajo; glorificamos la dedicación al trabajo como virtud y vinculamos el valor personal al éxito laboral. La sociedad valora la educación y el desarrollo profesional como medios para aumentar el valor del individuo.

La apasionante historia de las ideas sobre el trabajo refleja los persistentes dilemas y tensiones inherentes a esta experiencia humana fundamental provocados por las sucesivas transformaciones sociales, económicas y culturales.

En la antigüedad, la división entre el trabajo manual e intelectual era marcada. Aristóteles planteó la conexión entre el trabajo virtuoso y la excelencia moral. Platón propuso una sociedad donde cada individuo contribuyera con sus habilidades naturales, tanto manuales como intelectuales.

San Agustín influyó en la percepción del trabajo como medio para evitar el ocio perjudicial (en contraposición al otium cum dignitate que definía Cicerón). San Agustín nos recuerda que el trabajo es una consecuencia del pecado original, como explica el libro del Génesis. Pero también considera que el trabajo es una actividad noble y necesaria, una oportunidad para la realización personal y un deber moral.

Martín Lutero, con su énfasis en la vocación en el trabajo, contribuyó a la concepción protestante del trabajo como una forma de servir a Dios y a la comunidad. Estas ideas formaron parte de un contexto donde el trabajo era una expresión de valores religiosos y morales. Max Weber exploraría ya en el siglo XX esta relación entre el protestantismo y el capitalismo, destacando la ética del trabajo protestante que influía en las actitudes laborales y el ascenso del capitalismo.

La Revolución Industrial trajo consigo cambios fundamentales en la naturaleza del trabajo. Karl Marx, a pesar de criticar la explotación laboral, reconoce que el trabajo puede ser una fuente fundamental de autoestima y reconocimiento social. Esta dialéctica entre la alienación y la dignificación a través del trabajo resuena en las narrativas contemporáneas.

Émile Durkheim exploró cómo la especialización en el trabajo provoca la división social y coacciona al individuo, así como el problema de la solidaridad social que conlleva. Thorstein Veblen señaló que el ocio, que era casi únicamente disfrutado por las clases altas, es una actividad superflua, cuya valoración estaba vinculada con la idea de que el trabajo era una actividad degradante. Por el contrario, ensalzó el trabajo como una actividad necesaria y valiosa. Y quizá modificara la percepción cultural de la dedicación de esas clases altas.

En el siglo XX, Hugo Münsterberg y Elton Mayo fueron pioneros en el desarrollo de la psicología y sociología orientadas a la eficiencia Industrial. Más tarde, Abraham Maslow incluyó la autorrealización, estrechamente vinculada al trabajo significativo, en la cima de las necesidades humanas. Frederick Herzberg proporcionó una perspectiva única sobre la satisfacción y la insatisfacción en el trabajo.

Por otro lado, pensadores existencialistas como Jean-Paul Sartre cuestionaron la alienación en el trabajo, abogando por la autenticidad. Herbert Marcuse criticó la conformidad generada por la sociedad de consumo, destacando cómo el trabajo se había convertido en un medio de reproducción de la sociedad homogénea.

En la posmodernidad, Michel Foucault y Judith Butler desafiaron las nociones tradicionales de trabajo, examinando las complejidades del poder y la identidad.

En la actualidad, la valoración del trabajo se entrelaza con nociones de capital humano, apego, y jerarquía de necesidades. Autores como Gary Becker han influido en la percepción del trabajo como una inversión en el desarrollo personal.

En el contexto de la automatización y la Inteligencia Artificial, se plantean nuevos desafíos. La reflexión sobre el futuro del trabajo se torna más compleja, implicando la necesidad de equilibrar la aspiración a la realización personal y la remuneración del trabajo con la realidad de una nueva naturaleza del trabajo que aún no alcanzamos a imaginar.

Para este apasionante debate, tenemos la fortuna de contar con tres destacados ponentes para abordar la naturaleza del trabajo y sus retos desde la psicología, la sociología y la filosofía.

Marta Fuertes Blitz. Licenciada en Económicas y Empresariales por la UCM especialista en finanzas y marketing, Máster en Dirección de Empresas por la Libera Universitá degli Studi Sociali (LUISS) en Roma. Formada en Coaching personal y de equipos, Máster en Psicología transpersonal y formadora certificada en PNL y PNL nuevo código. Fundadora de la empresa consultora The Box Innovation,se dedica al desarrollo de personas y organizaciones a través de la gestión del liderazgo y del talento. Es colaboradora habitual del modelo de coaching dialógico de la Universidad Francisco de Vitoria.

Arturo Lahera Sánchez. Es Profesor Titular de Ergonomía y Sociología del Trabajo de la UCM y desarrolla su actividad investigadora en la evaluación de la protección de la salud laboral, especialmente en los actuales procesos de digitalización y robotización, así como en la gestión algorítmica del trabajo humano mediante inteligencia artificial. Es responsable de la red internacional Fairwork en España para la promoción de un trabajo justo en las plataformas digitales.

Carlos Sierra-Lechuga. Doctor en Filosofía, investigador y profesor de Metafísica, Filosofía de la Ciencia e Historia de la Filosofía. Su programa de investigación se centra en el problema de la realidad, trabajado de forma transdisciplinar desde las ciencias y las humanidades con herramientas filosóficas novedosas creadas por él y por su equipo. Es fundador director del centro de investigación y docencia Filosofía Fundamental y de la publicación Revista de Filosofía Fundamental. Colabora en varias publicaciones y universidades de México, Chile y España.

Ulises Wensell

¡Os esperamos el domingo 26 de octubre, como siempre, a las 18:00 en Libertad 8!